El síndrome metabólico aumenta el riesgo de pérdida auditiva

Existe una asociación entre el síndrome metabólico y la pérdida auditiva, según se desprende de un estudio a gran escala elaborado en Corea.
El estudio coreano tomó como base el análisis de los datos de 11.457.931 personas, de entre las cuales 7.574.432 no tenían síndrome metabólico y 3.883.499 sí reunían los criterios de síndrome metabólico al principio del estudio.
El síndrome metabólico se entiende como la coexistencia de una serie de factores que incrementan el riesgo de desarrollar problemas cardíacos y otro problemas de salud como la diabetes y el derrame cerebral.
Mayor prevalencia con el paso del tiempo
Según revela el estudio, pasado 1 año, el 1,3% de las personas sin síndrome metabólico y el 1,8% de aquellas con síndrome metabólico presentaban pérdida auditiva. Después de 3 años, dichos porcentajes aumentaron hasta un 4,1% y un 5,2% respectivamente. Finalmente, tras 5 años, la pérdida auditiva alcanzaba al 6,8% de las personas sin el síndrome y 8,6% de las que sí tenían síndrome metabólico.
Factores de riesgo
Entre los componentes del síndrome metabólico, la asociación más evidente se daba entre un nivel alto de triglicéridos (TG) y un nivel bajo de lipoproteínas de alta densidad o «colesterol bueno» (HDL).
El equipo de investigadores pone de relieve la utilidad de evaluar cada uno de los componentes del síndrome metabólico de forma individual, es decir, el nivel bajo de HDL o alto de TG, en lugar de medir la presencia del síndrome metabólico en su conjunto.
Un estudio previo llevado a cabo en Irán muestra que el síndrome metabólico es un factor de riesgo para la pérdida auditiva. Cuantos más componentes integren el síndrome metabólico, mayor es el riesgo de desarrollar pérdida de la audición.
El estudio «Association of metabolic syndrome with the incidence of hearing loss: A national population-based study» (Asociación entre síndrome metabólico e incidencia de pérdida auditiva: Estudio demográfico nacional) se publicó en la revista científica PLOS ONE.
Fuentes: www.ncbi.nlm.nih.gov y PLOS ONE